Nosotros los Nobles - Nuestra recomendación de la semana

Sinopsis: Germán Noble (Gonzalo Vega) es un empresario infeliz: no ha podido recuperarse de la muerte de su esposa y ha fracasado como padre, pues sus tres hijos ricos son unos buenos para nada y mantenidos, en pocas palabras unos "nini's" y huevones: Javi, Barbie y Charlie –los referidos inútiles– sí saben hacer una cosa: gastarse la fortuna familiar.
Harto de la situación, Germán decide dar una lección a sus hijos: fabrica un montaje para hacerles creer que la empresa de la que son accionistas cometió fraude. ¿Consecuencia? Están en la ruina y sin posibilidad de comunicarse con el mundo exterior. ¿Su única solución? Trabajar. ¿Y nuestro único trabajo como espectadores? Disfrutar su miseria. Y reír.

  • El primer punto bueno que logramos encontrar se obtiene gracias al atinado “trabajo de campo”. El director Gary Alazraki (y sus guionistas) hicieron una atinada selección de tres estereotipos contemporáneos: el mirrrey, el hipster y la princesa. Bueno, ¿y dónde está lo notable? Que en ningún momento pretende hacer una crítica profunda o un análisis sociológico de estos especímenes. Se limita a hacer chistes y más chistes sobre los rasgos estereotípicos (sí, la palabra existe) que los constituyen. Lo mismo sucede con los clichés de personajes secundarios (el microbusero gandalla, el patrón abusivo o la jefa maneater). Conclusión: el cliché no es malo, sabiéndolo utilizar.
  • El segundo punto a su favor es cortesía de las actuaciones. Luis Gerardo Méndez como Javi (el mirrrey) y Juan Pablo Gil como Charlie (el hipster) son creíbles y divertidos, lo mismo que Gonzalo Vega y Ianis Guerrero (Lucho, el eterno y humilde enamorado de Barbie). Pero quien termina por robarse el show es Karla Souza (Bárbara, la princesa). Nuestra ‘Channing Tatum’ (en menos de ocho meses estrenó Suave Patria, Me Late Chocolate, 31 días y Nosotros los Nobles) demuestra que bien dirigida, es una gran comediante.
  • El tercer punto a favor proviene de la fidelidad a su género: es una comedia pura; no una ‘comedia mexicana’ (con Carmen Salinas incluida como ‘vecina pelada’). Es una comedia y punto. Ello quiere decir que se vale olvidarnos del “¡eso no puede pasar!” para reír con una historia que bombardea a partir de su segundo acto (cuando se vuelven ‘pobres’) con infinidad de chistes que incluyen referencias culturales (“¿Me puedes decir por qué nos están quitando todo como si estuviéramos en Venezuela?”) o ("ahora estamos en Cuba") y visuales (“Te me cortas esos pelos porque aquí no es porra de la UNAM”).
  • Finalmente, merece una mención especial la efectiva estrategia publicitaria de Warner Bros. Primero fue un muy buen tráiler; después, una inteligente campaña en Twitter y finalmente un efectivo pre-estreno que sirvió para generar un positivo efecto boca-en-boca. Si todo funciona como debe ser, estamos hablando de una comedia que jugará en las ligas taquilleras de Rudo y Cursi y No eres tú, soy yo (es decir, por arriba de los $120 millones de pesos).
El logro del director, Gary Alazraki, está en la ejecución. Nosotros los nobles es una cinta honesta, que se sabe ligera y no pretende, por un lado, aleccionar a nadie, ni por el otro, convertirse en la gran propuesta cinematográfica. La historia fácil no molesta, porque es transparente, no busca el hilo negro, y más bien apuesta por actuaciones sólidas que la lleven a buen cabo: Luis Gerardo Méndez es un mirrey natural y sin clichés; y Karla Souza logra una hija de papi más de carne que de plástico. Otro acierto del reparto es Ianis Guerrero, quien interpreta a Lucho, un joven obrero que se convierte en la salvación de los Noble y el inevitable galán proletario de Barbie; uno de los personajes mejor logrados, que además tiene un par de gloriosas líneas.
Es una comedia bien hecha, divertida sin duda y en ningún momento estúpida.  Dentro de su propio subgénero –si bien de menor densidad creativa–, bien podría enmarcarse en lo que se anuncia como una nueva época del cine mexicano, de la que ya han dado muestras Después de Lucía y Abolición de la propiedad, por citar un par; una nueva faceta de manufactura fílmica nacional, para acabar pronto, en la que se ha expulsado a Andrés Palacios del taller mecánico y a Carmelita Salinas de la cocina.




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